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La crisis de la palabra en el cuento latinoamericano: Generación del 50 en Chile y el microficción del 90

 

Bajo el título Cuento y otros géneros menores se desarrolló una de las mesas inaugurales de la octava versión de las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana. Por una parte la apatía contra la burguesía y la aparición de la escritura de mujer en los escritores chilenos a mediados del siglo XX y, luego, los efectos del Internet plasmado en las microficciones de los años 90.

Por Cristian Cabello

No cabe duda, en la actualidad el lector tiene mucho que leer. Es por esto que en los últimos años se ha consolidado una nueva forma de escritura latinoamericana más breve y fragmentada, pero no por eso menos compleja. “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí” es todo un microcuento clásico de Augusto Monterroso que inaugura esta nueva forma de escritura. La conferencista mexicana Reyna Hernández Haro actualmente estudia los fenómenos de la microficción en México y Chile.

Para Hernández, en Chile la escritura mínima pareciera convertirse en una escuela de minificción consolidada. En este país el microdiscurso se enfoca en lo narrativo. Una de las actividades más importantes al respecto, y promocionadas por el gobierno, es el concurso  “Santiago en 100 palabras” donde brevísimos cuentos que narran la ciudad son publicados en las estaciones del metro de Santiago. Las imágenes evocadas son, principalmente, las relacionadas con la dictadura, el río Mapocho y algunas avenidas de la capital. Por otra parte en México— país que posee bajos índices de lectura— el discurso mínimo está enfocado en la motivación de la lectura.

En la actualidad el Internet ha incentivado la escritura mínima, debido a la obligatoriedad de la brevedad y rapidez del mensaje. Asimismo la aparición de blogs literarios donde se desarrolla la micro-crítica o micro-ensayo literarios (www.critica.cl) consolidan esta nueva forma de escritura.

El rescate de la esencia de los escritores chilenos del año 50 fue el eje de la exposición de la profesora Haydée Ahumada. El escritor Enrique Lafourcade definió a esta generación— en la que formó parte Jorge Edwards—como hijos de la burguesía, como individualistas, herméticos, partidarios de la literatura por la literatura y descomprometidos políticamente. Según la académica la propuesta de este grupo fue la superación del criollismo literario, es decir, la superación de los métodos narrativos tradicionales y eliminación de la anécdota.

Destaca en esta generación de escritores “coléricos” el estar imbuidos en un existencialismo que dominaba en los países desarrollados de posguerra y que muchos también criticaban. Debate intelectual que se prolongó el año 58 en los diarios de la época.  Otra de las especificidades de esta generación fue la importancia de una narrativa de mujeres. Margarita Aguirre y Maria Elena Guerler fueron algunas de las promotoras de un protagonismo del cuerpo de la mujer en la narrativa chilena y que fue el núcleo de lo que será la escritura de mujeres en los años 80 en Chile.

Ambas propuestas surgen como reacción ante una crisis de la palabra en Latinoamérica. En el caso de la generación del  50 se trata de un rechazo del criollismo y en el caso de las producciones  de microficción se debe a la crisis y censura de la palabra en la etapa dictatorial y debido a que los grandes discursos como el político ya no representan a los ciudadanos. Este cruce de experiencias culturales a partir de la literatura formó parte del primer día de conferencias de las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana en Santiago de Chile.

 

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